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La teoría del desarrollo del niño de Piaget
postula que el niño construye el conocimiento de forma subjetiva a partir de su
forma de ser, pensar e interpretar la información que recibe del mundo que lo
rodea. Desde esta perspectiva el individuo es un ser responsable que participa
activamente en su proceso de aprendizaje.
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Impulsa la autonomía y la iniciativa del
alumno.
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Concibe al aprendizaje como un proceso
interno de construcción en donde el individuo participa activamente adquiriendo
estructuras cada vez más complejas denominadas estadíos.
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Expone qué el niño estará preparado para
aprender a determinada edad y qué tipos de aprendizajes quedan fuera de su
alcance y no es aconsejable plantearlos en el aula. El aprendizaje está
subordinado a los niveles de desarrollo previo del sujeto así como a la
evolución de las estructuras cognitivas. Todo conocimiento y desarrollo
cognitivo es producto de la actividad constructivista del individuo, una
actividad que es física y mental.
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Se considera esta teoría una fuente
importante de criterios al momento de seleccionar con sentido evolutivo los
contenidos curriculares.
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Además explica el paso de un estado de menor
conocimiento a otro de mayor conocimiento.
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El conflicto representa un papel clave en el
aprendizaje pues detonan los procesos de equilibración que culminan en
reestructuraciones y progresos cognitivos.
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Para Piaget el estudio del pensamiento y
desarrollo del niño es un apoyo imprescindible para comprender el pensamiento
científico del adulto. Además, expone que hay una continuidad funcional entre
lo biológico y lo mental, esto es, que el niño pasa por diferentes estados de
conocimiento que supone niveles de equilibrio y adaptación al medio cada vez
mayor.
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Así también, Piaget explica que la actividad
del sujeto es fundamental en la construcción de conocimiento. Por lo tanto, la
acción es elemental en la actividad intelectual, desde la más simple y ligada a
la actividad observable del bebé, hasta las operaciones intelectuales más
complejas ligadas a las representaciones subjetivas del mundo que lo rodea.
Así, el conocimiento es la interacción entre sujeto y objeto: el origen del
conocimiento no radica ni en el sujeto, ni en el objeto, más bien se da, en la
interacción entre ambos.
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